estepona

Tuesday, July 14, 2009

Desembarco


Artículo de opinión de Gerardo Galán

Desembarco

Uno no debería meterse en las cuestiones internas de los demás, pero reconocerán conmigo que resulta cuanto menos curioso el desembarco de militantes “andalucistas” en el Partido Popular.

Aunque tampoco es tan paradójico ni ha habido un gran salto, hay que recordar que salvo en el chirriante cambio de bandera, de la blanquiverde de Blas Infante a la rojigualda borbónica, las diferencias ideológicas no son muchas. Los populares son neoliberales convencidos y los andalucistas hace décadas que no tienen más ideología que la del sol que más calienta.

En ese sentido la posición política de la exsecretaria andalucista de Yolanda Vázquez, absolutamente desconocida para todos, seguirá siendo tan misteriosa e incógnita como la de la actual secretaria, Agripina Rivas, o la del padrino político de ambas, el excelso orador Rafael Montesinos. Nadie sabía qué pensaban cuando militaban en el Partido Andalucista, pues nunca les oímos pronunciarse o no se les entendía cuando hablaban, y nadie sabrá qué piensa ahora la Sra. Vázquez desde su posición preponderante en el PP.

Con todo, lo más curioso es conocer qué aportarán estos militantes al actual PP. Un partido capaz de repetir mayorías aplastantes en las elecciones nacionales o europeas y que es incapaz de repetir mínimamente esos logros en las elecciones locales.

¿Está queriendo crear el Sr. Mena una “base social” incorporando a personas destacadas en los movimientos sociales o culturales de la localidad? ¿Pretende incorporar a la élite intelectual y comprometida con el bienestar de la localidad? O quizá tenga una motivación prosaica ¿tan importantes son las cuotas que aportarán a las finanzas del partido?

Mucho me temo que el verdadero interés del Presidente local sea parecido al del extinto líder andalucista, nuestro particular Castelar, el “pastista” Montesinos. Ignacio Mena pretende rodearse de personas aún más mediocres y grises que él. Un objetivo bastante difícil y que le obliga, además, a prescindir de los más críticos y brillantes. De ahí la defenestración de Silvia Cabrera.