estepona

Tuesday, April 22, 2008

¡Qué vergüenza!

Artículo de opinión del concejal David Valadez publicado en Estepona Información y en su blog: http://www.elblogdedavidvaladez.blogspot.com

¡Qué vergüenza!

Me dá exactamente igual que existan algunos recovecos legales que hagan posible la salida de la cárcel de Juan Antonio Roca, me resulta absolutamente indiferente que la ralentización de la justicia que padece nuestro país provoque una resolución judicial de este calibre, no puedo entender cómo un personaje como éste está en la calle cuando se le imputan delitos continuados de cohecho, malversación, fraude, contra la hacienda pública, blanqueo de capitales como "jefe de una organización", falsedad, tenencia ilícita de armas, tráfico de influencias y prevaricación y contra la ordenación del territorio.
Mientras el actual Ayuntamiento de Marbella trata de salir del nauseabundo pozo ciego en el que ha estado inmersa tras continuos y reiterados actos de expolio Roca puede pasear con total impunidad y tranquilidad por las calles de la ciudad que él, junto a otros, se ha encargado de destrozar para beneficio propio.
Este tipo de gente, que se aprovecha de sus responsabilidades institucionales, de la confianza (no siempre comprensible) que los ciudadanos depositan en ellos, deberían ser objeto de la más absoluta repulsa social y de las más duras de las condenas judiciales. No me refiero tan sólo a los que trincan sino también a aquellos que cuando se roba miran para otro lado como sin con ellos no fuese la historia.
A aquellos que se benefician de sus cargos para lucrarse, a aquellos que ayudan a los suyos desde el poder, a los que dispensan prebendas a los muchos aduladores que suelen estar a su alrededor les deseo que se pudran en la cárcel y que, además, la justicia sea justa con los ciudadanos a los que se les ha arrebatado parte de su patrimonio.
No me queda otra que respetar las decisiones que adoptan los jueces, creo firmemente en la necesidad de una independencia judicial clara, pero no puedo por menos que discrepar abiertamente de aquellas resoluciones que son incomprensibles e injustas para todo un pueblo y, además, para la propia credibilidad y legitimidad del sistema democrático.
Que nadie olvide lo que ha ocurrido, que todo el mundo tenga claro que no todos somos iguales, que se sea consciente de que mientras algunos se dedican a enriquecerse otros muchos seguimos queriendo trabajar por nuestras ciudades con un firme propósito de vocación de servicio público.