Morir Dignamente
Artículo de opinión del concejal David Valadez publicado, el jueves 27 de marzo de 2008, en el diario digital El Plural
Morir Dignamente
Cuando la vida no vale nada, cuando sólo aporta dolor y sufrimiento la muerte es una liberación. Cuando la propia existencia deja de ser una oportunidad, un pulso latente, frágil y débil, tenue y delicado, el desenlace, lejos de ser fatídico, es un deseo a alcanzar.
Creo firmemente en la necesidad de que una vez por todas se sea valiente para plantear en nuestro país de manera abierta el debate sobre la eutanasia. No se puede seguir ocultando un asunto necesario para muchas personas cansadas de oir palabras huecas y vacías de contenido.
La muerte, en Francia, de Chantal Sébire, mujer aquejada de un tumor incurable que le desfiguraba el rostro, ha reavivado en los medios de comunicación, sólo, el debate sobre un tema muy molesto pero que tiene que ser ya objeto de un serio análisis.
Creo, al igual que la Asociación Derecho a Morir Dignamente, en el derecho de todos "los enfermos terminales e irreversibles a recibir una asistencia médica y psicosocial adecuada a su situación (cuidados paliativos), respetando su voluntad de morir con ayuda médica (suicidio asistido y eutanasia activa) cuando a pesar de las medidas paliativas padece un sufrimiento insoportable".
¿Por qué se si un enfermo terminal expresa de manera clara su deseo a morir pacíficamente y sin sufrimientos se le niega la posibilidad? ¿Por qué se obliga y condena a estas personas a acabar con sus vidas de forma escondida y al margen del sistema? ¿Por qué se penalizan estos actos?.
Nadie ni nada debe estar por encima de nuestra propia voluntad a decidir, desde el raciocinio y la lucidez, si queremos seguir anclados a la agonía y al suplicio. La casuística que puede darse en un asunto muy complejo no recomienda aseveraciones genéricas ni contundentes. No debe ser éste un debate acalorado y exaltado, no.
Si no hemos podido decidir si queremos nacer, al menos que se nos deje decidir si queremos morir tranquilos y en paz
Morir Dignamente
Cuando la vida no vale nada, cuando sólo aporta dolor y sufrimiento la muerte es una liberación. Cuando la propia existencia deja de ser una oportunidad, un pulso latente, frágil y débil, tenue y delicado, el desenlace, lejos de ser fatídico, es un deseo a alcanzar.
Creo firmemente en la necesidad de que una vez por todas se sea valiente para plantear en nuestro país de manera abierta el debate sobre la eutanasia. No se puede seguir ocultando un asunto necesario para muchas personas cansadas de oir palabras huecas y vacías de contenido.
La muerte, en Francia, de Chantal Sébire, mujer aquejada de un tumor incurable que le desfiguraba el rostro, ha reavivado en los medios de comunicación, sólo, el debate sobre un tema muy molesto pero que tiene que ser ya objeto de un serio análisis.
Creo, al igual que la Asociación Derecho a Morir Dignamente, en el derecho de todos "los enfermos terminales e irreversibles a recibir una asistencia médica y psicosocial adecuada a su situación (cuidados paliativos), respetando su voluntad de morir con ayuda médica (suicidio asistido y eutanasia activa) cuando a pesar de las medidas paliativas padece un sufrimiento insoportable".
¿Por qué se si un enfermo terminal expresa de manera clara su deseo a morir pacíficamente y sin sufrimientos se le niega la posibilidad? ¿Por qué se obliga y condena a estas personas a acabar con sus vidas de forma escondida y al margen del sistema? ¿Por qué se penalizan estos actos?.
Nadie ni nada debe estar por encima de nuestra propia voluntad a decidir, desde el raciocinio y la lucidez, si queremos seguir anclados a la agonía y al suplicio. La casuística que puede darse en un asunto muy complejo no recomienda aseveraciones genéricas ni contundentes. No debe ser éste un debate acalorado y exaltado, no.
Si no hemos podido decidir si queremos nacer, al menos que se nos deje decidir si queremos morir tranquilos y en paz
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