Soledad
Artículo de opinión de José Gerez publicado en Estepona Información el sábado 24 de noviembre de 2007
Soledad
Aquello que se refleja en tus ojos cuando te miras en el espejo, eso es la soledad. Últimamente, siempre que me dirijo a ti, es en forma de reproche, crítica y disconformidad con la mayor parte de tus actos y decisiones. Reprocho el halo de mentira del que te has revestido, de la misma manera que reprocho el cerco de mentirosos y aduladores profesionales de los que te has rodeado. Los mismos - recuerda - que te rodeaban hace ya seis años aquel 10 de Noviembre de 2.001 a media tarde y que, poco después, cuando ya solo eras un simple ser humano en sus horas más bajas, miraste a tu alrededor y habían desaparecido. Los últimos que quedaron, algún familiar y tus verdaderos amigos, me pidieron que, en aquella noche de celebración, estuviera pendiente de ti y no te dejara hacer tonterías a las que, por cierto, eras aficionado. Ese fue tu bautismo de soledad, la soledad del que había sido elevado, contra todo pronóstico y ortodoxia política, al puesto que siempre soñó, por obra del revanchismo partidista, ya sabes, los enemigos en casa, los adversarios, enfrente.
Hoy, son otras las circunstancias. Me guste o no, que no me gusta, has ganado unas elecciones en buena lid, con amplia mayoría, lo que te permite gobernar holgado y suficiente. Era lo que te faltaba. A todos los defectos que habitualmente veo en tu conducta diaria hay que sumar ahora una dosis, más aún, de tu prepotencia y egocentrismo, ampliadas por el lamentable baboseo a que te someten tu corte de aduladores y asalariados a los que, estoy seguro, desprecias en el momento de la mirada al espejo, cuando te das cuenta de lo que es la verdadera soledad, la que se sufre en compañía. Hoy, cuando pisas la calle y olvidas las tribulaciones, crees estar de vuelta de todo, te sientes un guerrero, el guerrero, el verdadero líder de la tribu. Has conseguido lo más difícil, que teman tus delirios de grandeza, que te necesiten para sobrevivir, que cuando necesites su apoyo, como un solo hombre, estén todos detrás de ti. Claro que eso tiene sus servidumbres ya que, de la misma manera, al amparo de tus limitados conocimientos, algunos tienen la libertad absoluta para decidir sobre vidas y haciendas, especialmente sobre haciendas, para componer el puzzle económico y político que a ti te permite dar la rueda de prensa - ego, siempre ego - y, encima, presumir de que es únicamente tuya la responsabilidad, mientras ellos lo celebran entre burbujas de alcohol y de las otras.
Sabrás, porque lo has vivido en carne de otros, que la gloria es efímera. Quienes hoy te adulan y se vanaglorian de tu cercanía, son los mismos que te habrán de acuchillar. Recuerda, salvando la distancia, especialmente la intelectual, a Julio Cesar, "Tu quoque Bruto, fillii mei", y no olvides que, en estos momentos, a principio de tu mandato, cuando te sientes más fuerte, más capaz y más apoyado, en algún recóndito lugar de Estepona, está forjándose tu traición, se están repartiendo tus despojos, políticos por supuesto, y se está preparando tu sucesor. Vigila tu Senado ya que Cesar olvidó por un momento vigilar el suyo y mantén cerca de tus enemigos, es decir, sigue como vas.
Cuando suceda lo irremediable, te darás cuenta enseguida. Saldrás al campo de batalla, a cuerpo abierto y luciendo tus mejores galas. El enemigo, enfrente. Ha costado pero está unido, al menos lo aparenta. No importa, el tuyo es más numeroso, está mejor armado y tiene más moral, ventajas de ostentar el poder. Levantas la mano para dar la orden de ataque, vuelves la cara para dar la orden. Sólo ves el horizonte, soledad.Por fin te has encontrado contigo mismo.
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