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Friday, August 03, 2007

Nepotismo

Editorial Estepona Información. Sábado 4 de agosto de 2007

Nepotismo

CUENTA una leyenda urbana que hubo una vez un imberbe alcalde el cual, aprovechando su condición y porque podía disponer de unas cuantas personas de confianza como asesores, decidió una buena mañana contratar a su madre porque nadie le conocía mejor que ella y porque a ella se lo contaba todo. Aunque suene a chufla, que puede que lo sea, la historia, sin ninguna risa, se ha convertido en realidad en Estepona aunque de la mano de un concejal, que no es alcalde porque no quiso serlo a pesar de haber aceptado en primera instancia el ofrecimiento, y desde luego, por razón de edad, nada imberbe. Rafael Montesinos ha puesto en práctica una de las peores y zafias acciones que se pueden llevar a cabo en política, el nepotismo, la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las gracias o empleos públicos, rayando en el despotismo ilustrado que durante el reinado de Carlos III fue forma de gobierno en nuestro país. Montesinos se ha equivocado, y lo mejor que podía hacer es rectificar. Mantenerse en el error, sin entrar en la preparación o valía de su hija, sobre lo que no habría nada que objetar, sería creer que todos los vecinos de Estepona son tontos. La decisión, la contratación de su vástaga como técnico de un área que él controla por la gracia de Antonio Barrientos, no es justificable desde ningún punto de vista ético o moral. Cierto que los cargos de confianza los elige el que puede hacerlo, en este caso su condición de primer teniente de alcalde y su responsabilidad de gobierno le dan esa posibilidad, pero la determinación tiene un cierto tufillo, nada agradable, que deja en evidencia a quien toma la decisión aunque, eso sí, se haya cuidado de no firmar ningún documento usando para ello a la presidenta de la sociedad contratante, su compañera de partido Agripina Rivas, y con la firma del consejero delegado, Francisco Zamorano. Con esta contratación, a la que el alcalde debería poner algún reparo, aunque sólo sea para cuidar la imagen del gobierno o por simple vergüenza torera, se da un puñetazo a la decencia, a la política, y se acrecienta la idea de que todos, y este es un buen ejemplo, van a lo mismo, a lo suyo.Quizá lo más grave del tema, ya de por si bastante vomitivo, es que Montesinos crea que contratar a su hija es normal, que lo defienda y que como único recurso ante los comentarios de la oposición sea sacar a pasear el famoso ¡y tu más! dedicado a quienes, al parecer, como Ignacio Mena, también lo hicieron en su momento. Desde el partido mayoritario nadie dice nada, puede que llegasen a creer que de esa forma tendrían un rehén político para cuatro años, pero de ser así, sería muy ruin haberlo siquiera pensado.Si Montesinos no reconsidera su posición de manera urgente y abandona esa decisión alocada, y puede que poco meditada, no sería extraño que en las próximas municipales ya nadie hablará de asuntos de interés general, incluso de colocar a los del partido, como desgraciadamente había sido norma, ahora el objetivo es buscar acomodo para la familia porque, es lo primero y, evidentemente, de toda confianza. Montesinos debería, también, tener muy presente de que además del terrorismo, el principal enemigo de la democracia es la corrupción y la injusticia.