estepona

Thursday, June 23, 2011

La carrera de la austeridad

La carrera de la austeridad

El Prisma. Javier Gómez. Málaga Hoy

EL frenesí reductor de sueldos en que se han embarcado algunos alcaldes estos días puede que hiciera feliz a la canciller alemana, Angela Merkel, pero en muchos casos no parece tener más sentido que el de participar en una competición de imagen. La austeridad es la nueva palabra fetiche, pero lo ideal no es ser austero sólo ahora, sino también en tiempos de abundancia. En este mandato recién iniciado no habrá grandes proyectos, sino grandes recortes. Es posible, por tanto, que los regidores sean examinados no ya por el tamaño de la torre que construyan o la fama del starchitect que contraten, sino por el dinero ahorrado. Pero no deja de resultar cuanto menos llamativo que alcaldes que repiten, como el de Málaga, hayan decidido de repente bajar hasta la mitad el sueldo de algunos cargos. Y de forma consensuada, lo que suena a chiste. Algo no cuadra. ¿Qué ha cambiado para que no lo hiciera antes? ¿Entonces cobraban el doble de lo necesario o se trata de un arrebato populista? Es peligrosa la tendencia de los políticos de convertirse en responsables de Recursos Humanos. Por lo general se trata de un puesto ingrato que requiere cierta formación específica y capacidad para dar malas noticias (todo lo contrario del sueño de un político). Desde luego si un Ayuntamiento quiere competir con el mercado privado para fichar profesionales adecuados para ciertos puestos debe ofrecer buenos salarios, que podrían resultar escandalosos para muchos, y más ahora. Aunque tampoco se trata de que nadie se haga millonario a costa de las arcas municipales. La trampa está en aludir al mercado para pagar nóminas altísimas pero luego no seleccionar a los directivos por criterios exclusivamente profesionales. No parece que sea el caso de algunos gerentes municipales, que valen lo que ganan. Sólo hay que mirar sus currículos. Otros, sin embargo, tendrían que pagar para que una empresa los fichara. Quizás lo escandaloso sea que algunos ganen 50.000 euros y no los más de 100.000 de otros.

El colmo de la austeridad lo ha pretendido encarnar el regidor popular de Estepona, José María García Urbano. Eso de eliminarse el sueldo como alcalde no ha sido un acierto, sino un error, al contribuir -quiero creer que involuntariamente- al mensaje perverso de que a la política sólo deberían dedicarse los ricos que puedan permitírselo. Alguna ostentación hizo de ello Gil, por cierto. Y la extendida medida de dejar sin ingresos a los concejales de la oposición sólo denota una preocupante falta de respeto por los controles democráticos.

La austeridad es un estado mental. Pero no por ello hay que reducir las ideas ni el sentido común.