Hay que ponerse a trabajar
Editorial Estepona Información. Sábado 12 de abril de 2008
Hay que ponerse a trabajar
CUANDO una semana termina con un dato tan malo como el del IPC del mes de marzo, un registro que nos retrotrae a los niveles de 1995, se hace imprescindible tomar aire, relajarse, reflexionar y disponer todo para lo que pueda venir. Corren malos tiempos, el IPC ha dejado de ser un sencillo guarismo para convertirse en el dedo índice de lo que está por venir, el otro dato negativo que casi siempre circula en paralelo con él, el del paro. Y eso es lo que toca, y a eso hay que acostumbrarse, sin recrearse en el pesimismo pero con la certeza de estar en un momento muy delicado.
Y es en estos momentos, en los de apretarse los machos, en los que los gobiernos, empezando por el municipal, deben de unir esfuerzos y caminar codo con codo para intentar sacar la nave de la tormenta en la que se haya inmersa. En el caso de Estepona es ahora cuando a punto está de cumplirse un año de la última contienda municipal, cuando ya deberían irse olvidando los representantes municipales de las batallitas de otras épocas, del tú hiciste, en el que se han metido y del que no parece quieran salir. Y bueno sería que lo hicieran, incluso puede que los vecinos empezasen a cambiar el chip respecto a la opinión que algunos de estos políticos locales le merece.
Siempre es un buen momento para ponerse a trabajar y esto no quiere decir que posiblemente lo estén haciendo, pero la sensación es que lo hacen en lo suyo, lo que poco o nada importa a los ciudadanos. Es seguramente, porque las circunstancias así lo aconsejan, el tiempo de dejar a un lado las discusiones bizantinas sobre quién hizo esto o aquello, de si fulanito es mejor que menganito, de si lo mío es lo bueno y lo tuyo lo equivocado. Estepona necesita de sus políticos pero no de sus temas particulares, necesita de su trabajo, aunque sólo sea en eso que en política nacional se llama ‘asuntos de Estado’. El pleno debería ser una cámara de consensos, de diálogos, de propuestas y de acuerdos, no el decorado para un programa de televisión en el que los ediles se empeñan habitualmente en ser los protagonistas para vergüenza de los vecinos. Hay mucho tajo por delante, asuntos que no pueden seguir esperando, temas como el desarrollo del Plan General o la Universidad, que no pueden continuar sin fecha. Es tiempo de planificar terrenos para futuros colegios para que las generaciones futuras no se vean hacinadas, de gestionar infraestructuras sanitarias, de tantas y tantas cosas que de verdad interesan a los esteponeros y que en los últimos tiempos quedan solapadas por los conflictos entre partidos.
Mal servicio se le presta a la colectividad si se mantienen las diferencias insalvables porque todas pueden tener un punto de encuentro. Y eso se puede hacer sin perder un ápice de honestidad política, desde el gobierno y desde la oposición, cada uno jugando sus cartas, pero siempre pensando en un horizonte beneficioso para todos donde lo bueno para unos no sea, como por desgracia se acostumbra, lo malo para los otros. Así no se llega a nada y, porque las circunstancias son las que son, ese no es el rumbo que se debe seguir. Hay que remangarse, ponerse la ropa de trabajo, dejarse de fotos y ruedas de prensa estériles para, entre todos, tirar del carro e intentar sacar esto adelante.
Hay que ponerse a trabajar
CUANDO una semana termina con un dato tan malo como el del IPC del mes de marzo, un registro que nos retrotrae a los niveles de 1995, se hace imprescindible tomar aire, relajarse, reflexionar y disponer todo para lo que pueda venir. Corren malos tiempos, el IPC ha dejado de ser un sencillo guarismo para convertirse en el dedo índice de lo que está por venir, el otro dato negativo que casi siempre circula en paralelo con él, el del paro. Y eso es lo que toca, y a eso hay que acostumbrarse, sin recrearse en el pesimismo pero con la certeza de estar en un momento muy delicado.
Y es en estos momentos, en los de apretarse los machos, en los que los gobiernos, empezando por el municipal, deben de unir esfuerzos y caminar codo con codo para intentar sacar la nave de la tormenta en la que se haya inmersa. En el caso de Estepona es ahora cuando a punto está de cumplirse un año de la última contienda municipal, cuando ya deberían irse olvidando los representantes municipales de las batallitas de otras épocas, del tú hiciste, en el que se han metido y del que no parece quieran salir. Y bueno sería que lo hicieran, incluso puede que los vecinos empezasen a cambiar el chip respecto a la opinión que algunos de estos políticos locales le merece.
Siempre es un buen momento para ponerse a trabajar y esto no quiere decir que posiblemente lo estén haciendo, pero la sensación es que lo hacen en lo suyo, lo que poco o nada importa a los ciudadanos. Es seguramente, porque las circunstancias así lo aconsejan, el tiempo de dejar a un lado las discusiones bizantinas sobre quién hizo esto o aquello, de si fulanito es mejor que menganito, de si lo mío es lo bueno y lo tuyo lo equivocado. Estepona necesita de sus políticos pero no de sus temas particulares, necesita de su trabajo, aunque sólo sea en eso que en política nacional se llama ‘asuntos de Estado’. El pleno debería ser una cámara de consensos, de diálogos, de propuestas y de acuerdos, no el decorado para un programa de televisión en el que los ediles se empeñan habitualmente en ser los protagonistas para vergüenza de los vecinos. Hay mucho tajo por delante, asuntos que no pueden seguir esperando, temas como el desarrollo del Plan General o la Universidad, que no pueden continuar sin fecha. Es tiempo de planificar terrenos para futuros colegios para que las generaciones futuras no se vean hacinadas, de gestionar infraestructuras sanitarias, de tantas y tantas cosas que de verdad interesan a los esteponeros y que en los últimos tiempos quedan solapadas por los conflictos entre partidos.
Mal servicio se le presta a la colectividad si se mantienen las diferencias insalvables porque todas pueden tener un punto de encuentro. Y eso se puede hacer sin perder un ápice de honestidad política, desde el gobierno y desde la oposición, cada uno jugando sus cartas, pero siempre pensando en un horizonte beneficioso para todos donde lo bueno para unos no sea, como por desgracia se acostumbra, lo malo para los otros. Así no se llega a nada y, porque las circunstancias son las que son, ese no es el rumbo que se debe seguir. Hay que remangarse, ponerse la ropa de trabajo, dejarse de fotos y ruedas de prensa estériles para, entre todos, tirar del carro e intentar sacar esto adelante.
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