Qué bochorno
Editorial Estepona Información. Sábado 16 de febrero de 2008
Qué bochorno
Nadie podía esperar, aunque es cierto que eso no se improvisa y que la estrategia se llevaba preparada desde casa, lo que ha ocurrido en el pleno ordinario celebrado por la Corporación esteponera. La oposición está en plena efervescencia, se sale, han encontrado un filón en el asunto de la subida de impuestos y eso es motivo como para remangarse y ponerse a la tarea del acoso y derribo, el de verdad, no el que dice Montesinos. La decisión de abandonar un pleno es tan legítima como la de quedarse, lícita a todas luces pero quizá excesiva. Es un as en la marga al que sólo se debe recurrir en situaciones límite, no como un argumento más en un momento delicado y, no hay que perder de vista, de precampaña. PES y PP han tirado por la calle del medio, han lanzado un órdago sin vuelta atrás, han protagonizado una situación esperpéntica que ha tenido su continuidad en la antesala del salón de sesiones a la espera de los medios de comunicación para capitalizar la atención por dos veces, al salir y al dar las explicaciones. Mal van las cosas si ese es el objetivo porque la oposición es tan necesaria como el gobierno y la mejor manera de defender sus planteamiento es la de hacerse notar en las intervenciones orales. Puede que tengan miles de razones, incluso es más que seguro que sus demandas de información y de un mínimo de respeto -no se puede convocar una comisión informativa quince minutos antes de un pleno- sean fundadas, pero no hay que confundir los papeles y, especialmente el PP, querer sacar tajada electoral en estos previos de las elecciones generales y autonómicas. Pero si lamentable ha sido la actitud de la oposición mención especial merece la intervención del portavoz socialista. Zamorano está perdiendo el norte a pasos agigantados. Él, que tiene cintura, reflejos y conocimientos sobrados para defender la portavocía del grupo mayoritario del gobierno, no puede entrar en esa dinámica del insulto y de las comparaciones graciosillas que tanto le gustan. Lo del portavoz socialista es injustificable, su alusión a la kale borroka merecería, como mínimo, una disculpa pública en la próxima sesión plenaria, sino antes, porque es muy grave su comparación. Zamorano está viendo fantasmas por todas partes, incluso dentro de su propio partido, y está entrando en una espiral de torpezas continuadas que bien merecerían una llamada de atención de su jefe de filas, Antonio Barrientos. No hay que llegar a esos extremos, no es necesario, máxime si se tienen argumentos, otra cosa es si éstos son escasos o no se sustentan, pero el pleno, la representación de los ciudadanos de Estepona, merece un respeto al que Zamorano especialmente, y la oposición, han faltado. El espectáculo ha sido lamentable y debe servir, ahora que estamos en tiempo de cuaresma, para tomarse una reflexión los más creyentes o sencillamente para volver a pensar en ello los más agnósticos. Estepona no merece esto, acciones y expresiones de ese calibre no son de recibo y por ello, unos y otros, deben reconducir la situación a unos niveles aceptables, de discrepancia, pero manteniendo en todo momento las formas a las que, por su responsabilidad como representantes de la ciudadanía, deben ceñirse. Que no se repita.
Qué bochorno
Nadie podía esperar, aunque es cierto que eso no se improvisa y que la estrategia se llevaba preparada desde casa, lo que ha ocurrido en el pleno ordinario celebrado por la Corporación esteponera. La oposición está en plena efervescencia, se sale, han encontrado un filón en el asunto de la subida de impuestos y eso es motivo como para remangarse y ponerse a la tarea del acoso y derribo, el de verdad, no el que dice Montesinos. La decisión de abandonar un pleno es tan legítima como la de quedarse, lícita a todas luces pero quizá excesiva. Es un as en la marga al que sólo se debe recurrir en situaciones límite, no como un argumento más en un momento delicado y, no hay que perder de vista, de precampaña. PES y PP han tirado por la calle del medio, han lanzado un órdago sin vuelta atrás, han protagonizado una situación esperpéntica que ha tenido su continuidad en la antesala del salón de sesiones a la espera de los medios de comunicación para capitalizar la atención por dos veces, al salir y al dar las explicaciones. Mal van las cosas si ese es el objetivo porque la oposición es tan necesaria como el gobierno y la mejor manera de defender sus planteamiento es la de hacerse notar en las intervenciones orales. Puede que tengan miles de razones, incluso es más que seguro que sus demandas de información y de un mínimo de respeto -no se puede convocar una comisión informativa quince minutos antes de un pleno- sean fundadas, pero no hay que confundir los papeles y, especialmente el PP, querer sacar tajada electoral en estos previos de las elecciones generales y autonómicas. Pero si lamentable ha sido la actitud de la oposición mención especial merece la intervención del portavoz socialista. Zamorano está perdiendo el norte a pasos agigantados. Él, que tiene cintura, reflejos y conocimientos sobrados para defender la portavocía del grupo mayoritario del gobierno, no puede entrar en esa dinámica del insulto y de las comparaciones graciosillas que tanto le gustan. Lo del portavoz socialista es injustificable, su alusión a la kale borroka merecería, como mínimo, una disculpa pública en la próxima sesión plenaria, sino antes, porque es muy grave su comparación. Zamorano está viendo fantasmas por todas partes, incluso dentro de su propio partido, y está entrando en una espiral de torpezas continuadas que bien merecerían una llamada de atención de su jefe de filas, Antonio Barrientos. No hay que llegar a esos extremos, no es necesario, máxime si se tienen argumentos, otra cosa es si éstos son escasos o no se sustentan, pero el pleno, la representación de los ciudadanos de Estepona, merece un respeto al que Zamorano especialmente, y la oposición, han faltado. El espectáculo ha sido lamentable y debe servir, ahora que estamos en tiempo de cuaresma, para tomarse una reflexión los más creyentes o sencillamente para volver a pensar en ello los más agnósticos. Estepona no merece esto, acciones y expresiones de ese calibre no son de recibo y por ello, unos y otros, deben reconducir la situación a unos niveles aceptables, de discrepancia, pero manteniendo en todo momento las formas a las que, por su responsabilidad como representantes de la ciudadanía, deben ceñirse. Que no se repita.
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