TODO POR EL SILLÓN

Artículo de opinión de Rafael Rosselló.

TODO POR EL SILLÓN

Lo de Antonio Barrientos es absolutamente inconcebible. Nuestro Alcalde se pasó un mes anunciando la asistencia de los Reyes a la inauguración de las jornadas de agencias periodísticas, vendió la visita Real a diestro y siniestro, no hubo nadie que no se enterase del logro que él se apuntaba. Cuando los Monarcas llegaron, acompañados del Presidente de la Junta, no se separó de ninguno de ellos para poder salir en todas las fotos. En el acto, colocó a la oposición en el gallinero para que nadie osase quitarle protagonismo. Bueno, pues después de todo esto resulta que en la televisión municipal no se retransmite el discurso navideño de S.M. el Rey. Increíble, pero cierto. Este señor utiliza todo y a todos para su propio beneficio, pero, una vez consumido en su propio favor, se olvida hasta de lo básico. Es una auténtica vergüenza el desprecio del Alcalde, incluso, hasta con las instituciones del Estado. Nuestro Antonio Barrientos es un cacique de poca monta sin educación, sin estilo, sin decoro y con mucha chulería.
Señor Barrientos, es su obligación, con los medios que usted tiene a su alcance y monopoliza de una forma vergonzosa, dar un servicio al pueblo. La televisión municipal no está exclusivamente para su propio beneficio, la televisión municipal está al servicio del pueblo, de todo el pueblo, incluso de ese pueblo que no le ha votado y que no está a su favor. Lo de no retrasmitir el mensaje institucional navideño, no se puede considerar como un simple desliz ni, siquiera, como un craso error de quien dirige ese ente, la falta de respeto por el Jefe del Estado sólo se puede considerar como una afrenta que, lamentablemente, nos salpica a todos los que habitamos este municipio.
Yo no creo que haya nadie en este pueblo que no se sienta indignado por las cacicadas de un personaje que su prepotencia y su ego le ciega.
Cambie de aires, señor Barrientos, cambie porque su actitud nos está incomodando a todos y este pueblo no quiere ser cómplice de sus majaderías.