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Tuesday, July 17, 2007

Salarios en especie

ABC. Miércoles 18 de julio de 2007

Salarios en especie

POR IGNACIO CAMACHO
EN un alarde de generosidad, tras el escándalo que ha forzado a dimitir al alcalde de Mijas, los concejales socialistas de esta localidad han decidido rebajarse los sueldos... al límite del que cobra el presidente Zapatero. Esta medida de austeridad está muy puesta en razón: la responsabilidad del jefe del Gobierno tiene que valorarse al menos un euro por encima de la de un baranda de pueblo. Es justo que los demás ediles mijeños cobren también un poco menos que los ministros, pero sin pasarse, que hay miembros del Gabinete con menos competencias que un delegado de Urbanismo en la Costa del Sol. Y si algún ministro considera que gana relativamente poco, que se presente a concejal y verá cómo llega a fin de mes sin problemas para pagar la hipoteca.
Dicen los socialistas que la polémica salarial se ha desorbitado, porque al fin y al cabo su alcalde sólo iba a percibir 126.000 pavos anuales, algo más que los casi 100.000 que se embolsa, por ejemplo, su colega de Estepona. Y quizá tengan razón, porque lo verdaderamente preocupante no son tanto las impúdicas remuneraciones incluidas en nómina, sino la creciente sospecha de pagos en especie de que dan fe ciertos sumarios instruidos en los municipios litorales. Detrás de cada urbanización irregular, de cada recalificación salvaje, de cada zona verde reconvertida en bloques de viviendas, de cada guardería que no se construye para que en su lugar crezca el cemento residencial, se intuye el plan de pensiones de alguien que no va a necesitar, cuando se retire de la política, ir de vacaciones con el Inserso. El fenómeno no es nuevo; ya dejó escrito Julio Camba que en España se dice que los concejales roban como se dice que los toros mugen o que las gallinas cacarean.
El fenómeno es general o, como se dice ahora, transversal, o sea, que afecta a todos en mayor o menor medida sin distinción de partidos o ideologías. Tengo contado que cuando llevo a algún forastero por la Costa del Sol, suele asombrarse al ver los enjambres de adosados encimando literalmente la autovía.
-Hay que ver las barbaridades que ha hecho Gil en Marbella.
-Esto aún no es Marbella. Es Fuengirola, con alcaldesa del PP.
-Jo. Pero esa mole de hormigón que tapa la vista del mar sí será Marbella...
-Mijas. Alcalde del PSOE.
Y así hasta Sotogrande. Qué digo: desde Port Bou a Ayamonte, nuestra costa es el testimonio de un inmenso iceberg de latrocinio del que los «casos malayos» son sólo la punta visible. Es metafísicamente imposible que ese agresivo disparate se haya podido consumar sin corrupción, entre otras cosas porque es tan irrazonable que sólo podría haber salido adelante a través de una derrama ilegal capaz de ablandar voluntades políticas. De manera que los sueldos desmesurados son apenas la fachada indecorosa de una forma demasiado extendida de entender el poder como instrumento de lucro fácil. Y cuando un escándalo obliga a reducirlos por pura apariencia, siempre queda el amargo recelo de que sus frustrados beneficiarios conozcan el modo de compensar la pérdida.