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Artículo de opinión publicado en Estepona Información el sábado 11 de noviembre
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por gerardo galán
Aunque estamos acostumbrados a que los cambios políticos en la costa se deban a luchas de intereses, rencillas personales y conflictos que podrían calificarse como "empresariales", los movimientos de la última semana, y los que se producirán, son a mi entender, distintos. Se está escenificando una división dentro del equipo de gobierno que algunos quieren presentar como una mera lucha por el poder inmediato, y que, sin embargo, puede traslucir ni más ni menos que el enfrentamiento entre posiciones ideológicas. ¡¡Por fin!! añadiré, ya era hora de ver sobre el papel las diferencias "políticas" entre unos y otros. El concejal David Valadez y la concejala Cristina Alarcón no acudieron a votar durante el famoso pleno propuestas urbanísticas que, en conciencia, es era imposible apoyar. Esa es lo importante, lo diferencial, de lo ocurrido durante el pleno. En conciencia no pudieron votar esos acuerdos urbanísticos. Las demás cuestiones, los arrebatos infantiles de un alcalde que cada vez prodiga más, las nada veladas amenazas de los que pertenecieron a la "famiglia" GIL, los silencios de los que casi nunca tienen nada inteligente que decir son sólo la parte teatral de la situación. David y Cristina no votaron porque ya no aguantaban más. Y lo digo sin conocimiento de causa, no les he preguntado a ellos, pero con conocimiento de las personas. Imposible que personas de bien aguantasen más. No se me aturrullen. Lo repetiré exactamente otra vez. Imposible que personas de bien aguantasen más. Y no me refiero a la dudosa legalidad de los convenios que se presentaron a pleno, ni de otras operaciones también dudosas. No tengo datos para acusar de nada a nadie salvo de lo evidente. Y lo evidente es que el modelo de política planteada por los gobernantes municipales, los militantes del extinto GIL, no es asumible desde presupuestos políticos socialistas. Ni siquiera desde el tan descafeinado socialismo del PSOE. El desideologizado PSOE local participaba de políticas urbanísticas copiadas de los peores modelos hiperdesarrollistas vecinos. Convenios siempre al alza en beneficios empresariales y siempre destinados a una gestión municipal derrochadora, clientelista y "ostentórea", parafraseando al Jefe, el extinto Jesús Gil. El cada vez más acentuado déficit de equipamientos sociales es culpa de esa política. Los problemas que soporta el sistema educativo, cultural, deportivo o sanitario de la ciudad tiene que ver, directamente, con la manera de conseguir ingresos y con la manera de gastarlos. El caos en las infraestructuras, el imposible desarrollo de las mismas es también culpa del desvío intencionado, político, de los ingresos a políticas populistas, ajenas al crecimiento ordenado, a la mesura en el gasto público y con prioridades propagandistas que se adelantaban a las de las políticas sociales y de desarrollo. Han convivido con los antidemócratas, los amigos y excompañeros de los encarcelados por corrupción. Esos propagandistas de la falsa religión denominada "gestión empresarial de lo público". Estar con ellos no ha debido ser plato de gusto para socialistas con convicciones. Lo que no entiendo, y se lo he transmitido en muchas ocasiones a David, es como han podido aguantar tanto. Dos modelos, el socialdemócrata que dicen los estatutos del PSOE, y el ultraliberal y poco respetuoso con la democracia del que han presumido los gilistas. Una confrontación de ideas, la primera en varios años en Estepona. La segunda si contamos con la salida de mi grupo de Izquierda Unida por los mismos motivos. El alcalde, con el cese de David Valadez, ha optado por un modelo. El de los convenios urbanísticos, el de contratar a amigos y militantes pegacarteles. Ha optado por vestirse de Robocop, por manipular los medios de comunicación públicos, por inaugurar rotondas multimillonarias sin analizar las necesidades del municipio. Ha optado por las comidas en los hoteles de lujo, las visitas pagadas por promotores a fiestas y saraos. El alcalde ha elegido el modelo PES, el modelo GIL. Entregado.
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por gerardo galán
Aunque estamos acostumbrados a que los cambios políticos en la costa se deban a luchas de intereses, rencillas personales y conflictos que podrían calificarse como "empresariales", los movimientos de la última semana, y los que se producirán, son a mi entender, distintos. Se está escenificando una división dentro del equipo de gobierno que algunos quieren presentar como una mera lucha por el poder inmediato, y que, sin embargo, puede traslucir ni más ni menos que el enfrentamiento entre posiciones ideológicas. ¡¡Por fin!! añadiré, ya era hora de ver sobre el papel las diferencias "políticas" entre unos y otros. El concejal David Valadez y la concejala Cristina Alarcón no acudieron a votar durante el famoso pleno propuestas urbanísticas que, en conciencia, es era imposible apoyar. Esa es lo importante, lo diferencial, de lo ocurrido durante el pleno. En conciencia no pudieron votar esos acuerdos urbanísticos. Las demás cuestiones, los arrebatos infantiles de un alcalde que cada vez prodiga más, las nada veladas amenazas de los que pertenecieron a la "famiglia" GIL, los silencios de los que casi nunca tienen nada inteligente que decir son sólo la parte teatral de la situación. David y Cristina no votaron porque ya no aguantaban más. Y lo digo sin conocimiento de causa, no les he preguntado a ellos, pero con conocimiento de las personas. Imposible que personas de bien aguantasen más. No se me aturrullen. Lo repetiré exactamente otra vez. Imposible que personas de bien aguantasen más. Y no me refiero a la dudosa legalidad de los convenios que se presentaron a pleno, ni de otras operaciones también dudosas. No tengo datos para acusar de nada a nadie salvo de lo evidente. Y lo evidente es que el modelo de política planteada por los gobernantes municipales, los militantes del extinto GIL, no es asumible desde presupuestos políticos socialistas. Ni siquiera desde el tan descafeinado socialismo del PSOE. El desideologizado PSOE local participaba de políticas urbanísticas copiadas de los peores modelos hiperdesarrollistas vecinos. Convenios siempre al alza en beneficios empresariales y siempre destinados a una gestión municipal derrochadora, clientelista y "ostentórea", parafraseando al Jefe, el extinto Jesús Gil. El cada vez más acentuado déficit de equipamientos sociales es culpa de esa política. Los problemas que soporta el sistema educativo, cultural, deportivo o sanitario de la ciudad tiene que ver, directamente, con la manera de conseguir ingresos y con la manera de gastarlos. El caos en las infraestructuras, el imposible desarrollo de las mismas es también culpa del desvío intencionado, político, de los ingresos a políticas populistas, ajenas al crecimiento ordenado, a la mesura en el gasto público y con prioridades propagandistas que se adelantaban a las de las políticas sociales y de desarrollo. Han convivido con los antidemócratas, los amigos y excompañeros de los encarcelados por corrupción. Esos propagandistas de la falsa religión denominada "gestión empresarial de lo público". Estar con ellos no ha debido ser plato de gusto para socialistas con convicciones. Lo que no entiendo, y se lo he transmitido en muchas ocasiones a David, es como han podido aguantar tanto. Dos modelos, el socialdemócrata que dicen los estatutos del PSOE, y el ultraliberal y poco respetuoso con la democracia del que han presumido los gilistas. Una confrontación de ideas, la primera en varios años en Estepona. La segunda si contamos con la salida de mi grupo de Izquierda Unida por los mismos motivos. El alcalde, con el cese de David Valadez, ha optado por un modelo. El de los convenios urbanísticos, el de contratar a amigos y militantes pegacarteles. Ha optado por vestirse de Robocop, por manipular los medios de comunicación públicos, por inaugurar rotondas multimillonarias sin analizar las necesidades del municipio. Ha optado por las comidas en los hoteles de lujo, las visitas pagadas por promotores a fiestas y saraos. El alcalde ha elegido el modelo PES, el modelo GIL. Entregado.
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