LA MOTO DE CRESPO
LA MOTO DE CRESPO
Circula por toda la ciudad un rumor: se está organizando una cena benéfica para recaudar fondos a beneficio de José Ignacio Crespo. Los promotores de tan magnífica idea pretenden comprar un sidecar con el dinero recaudado ya que dicen sentirse incómodos por el simple hecho de que un primer teniente de alcalde tan sólo posea una moto, con dos ruedas, en propiedad.
No es justo que la vida trate de una manera tan hostil a un servidor de la cosa pública. Hay que comprarle, al menos, un sidecar. No se descarta, del mismo modo, si la recaudación lo permita regalarle un monopatín, una bicicleta o incluso un triciclo. La opción del coche está descartada ya que dicen los promotores de tan feliz idea que un vehículo de cuatro ruedas es un gasto innecesario que el propio Crespo rechazaría a tenor de la absoluta austeridad con la que él se desenvuelve en su vida privada, y pública.
En más de una ocasión, me dicen, han llegado a confundir a Crespo con un monje ermitaño. Él rehuye los gastos superfluos, el dispendio, la alegría con la que otros se manejan. Él no. ¿Acaso creen que somos tontos? ¿En tan baja estima tienen algunos que dicen representarnos a los esteponeros?. ¡Qué pena de pueblo, Dios, qué pena¡
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