estepona

Tuesday, October 06, 2009

El corrupto y el cargo


JOSÉ MANUEL ATENCIA

El corrupto y el cargo
El País. JOSÉ MANUEL ATENCIA 06/10/2009

Con los sumarios de corrupción deberían facilitarnos un esquema con los personajes y sus ramificaciones familiares. Una especie de árbol genealógico de la trama, donde se especifique sus antecedentes políticos y sus relaciones de parentesco. Luego sería bueno añadirle una guía telefónica como la que existen en algunos pueblos, donde en vez de recoger el nombre y los apellidos de los usuarios aparezcan los motes. El jefe en el caso Malaya, Juan Antonio Roca; El señor de los hilillos, El pollo, El loro y El sapo en Astapa, Barrientos, Zamorano y José Flores; El albondiguilla, El bigotes y El curita en Gürtel, el ex alcalde de Boadilla del Monte, el conseguidor Álvaro Pérez y el presidente de la Comunidad Valenciana Francisco Camps. Estas mejoras posibilitarían una lectura más comprensiva por parte de los ciudadanos y evitaría en parte lo que está ocurriendo en la actualidad, que la gente luego se hace un lío y termina votando en las elecciones al mismo corrupto de siempre. El suyo.

Para combatir la corrupción hay que hacer mucha pedagogía. Aunque tampoco hay que pasarse. Yo mismo tengo mis reservas sobre las ventajas de publicar las conversaciones telefónicas de los mangantes pillados en pleno proceso mangante. Con estas prácticas se corre un grave riesgo, que la gente termine creyendo que en vez de una investigación judicial se trate de un curso acelerado para convertirse en un chorizo. En los informes policiales están tan bien explicados los mecanismos por los cuales se puede robar millones de euros de una institución pública, que la tentación puede ser demasiado fuerte para cualquier político poco avezado en el arte de delinquir.

Leyendo sumarios he llegado a otra conclusión. En la profesión de mangante público hay que tener las cosas claras: o se roba para no trabajar más o se trabaja para robar más. Pero las dos cosas a la vez no se pueden mantener durante mucho tiempo. Permanecer eternamente de alcalde en el ayuntamiento en el que estas robando, es como asesinar a una persona y pretender vivir toda la vida en el lugar del crimen sin que te pillen. La casuística dicta también que el corrupto no debe preocuparse tanto por la familia. Se puede robar a espuertas y repartirlo luego entre la familia, que tiene menos riesgos que poner a toda la familia a robar cada uno con su espuerta. La implicación de la familia en el choriceo de una forma sostenida en el tiempo es directamente proporcional a la sensación de impunidad que tiene el corrupto, que desgraciadamente suele ser bastante elevada.

El teléfono móvil es a la corrupción lo que el ADN a los crímenes. El rastro que deja es único. Pese a ello, un corrupto es un individuo con un móvil pegado a la oreja. Resulta difícil de comprender cómo unos tipos tan avispados para robar tanto pueden ser tan torpes para ir jaleando todas sus fechorías en una conversación telefónica. Y mira que hay antecedentes de sinvergüenzas muertos políticamente por un pinchazo al auricular. Un corrupto es el único animal que tropieza mil veces por el mismo teléfono móvil.

No se si el corrupto nace o se hace, pero la cantidad de personas que han aprendido a ser un chorizo es ya estimable. En la obra de teatro El diablo cojuelo de los ladrones, de Carlos Etxebe, el personaje principal sostiene que hay personas que han nacido para ser unos grandes ladrones, pero que por circunstancias de la vida no se han atrevido a dar el paso para vivir a cuenta de los demás. En algunos sumarios, uno tiene la sensación de que en demasiadas instituciones se crearon las condiciones propicias para que los que nacieron ladrones puedan aprovecharse de ese don tan especial que le otorgó la naturaleza. Y debieron tener tal sensación de impunidad, que eso explicaría ahora la desvergüenza con la que el corrupto se agarra al cargo.