El Libro de Agripina
Artículo de opinión de Rafael Rosselló publicado en el diario Sol
El Libro de Agripina
Si no es que yo tenga nada personal en contra de esta señora, palabrita del Niño Jesús, pero es que, de vez en cuando, eclipsa al mismísimo Montesinos, que ya es decir. Vamos a ver, ¿es normal que con una concentración, que ha habido en este pueblo, de más de cuatro mil personas, en la puerta del Ayuntamiento, una noche con un frío de la leche y cayendo trescientos mil litros por metro cuadrado, la televisión de nuestro municipio de como noticia que Agripina ha regalado un libro a una biblioteca? Yo estoy de acuerdo que regalar un libro se ha puesto de moda desde que a doña Letizia le regaló a el que iba a ser su marido, el príncipe Felipe, "El doncel de don Enrique el Doliente", que, todo sea dicho de paso, a mí, si hubiese sido yo el príncipe, me hubiese sentado ese regalito como una patada en las narices por si iba con segundas, pero, sobre todo, para que nos vamos a engañar, ni Agripina es doña Letizia ni el toñazo de "Andalucía libre" se parece en nada al toñazo de "El doncel de don Enrique el Doliente". Según declaraciones a ese medio que cubrió semejante sandez, la buena señora comentó que era su libro preferido. Centrémonos, cielo, que lo tuyo tiene delito, ¿cómo "oño" va a ser tu libro preferido "Andalucia libre" si tú eres vasca?, ¿es que acaso, en tu tierna infancia, en el caserío, después de comerte unos buenos "morros a la vizcaína", te deleitabas leyendo "Andalucía libre" porque ya sabías que algún día serías del PA?
En fin, queridísima Agripina, entre tú y Monti me estáis destrozando las noches porque siempre acabo escribiendo sobre vosotros. Hay que ver nuestro Montesinos que es que cada día tiene una nueva ocurrencia y todas de Guiness: mientras nuestro Alcalde firmaba el acuerdo de la nueva Universidad con la Rectora de la Universidad de Málaga y el Consejero de Ciencias de la Junta, nuestro Montesinos, que siempre tiene que estar en medio aunque no pinte nada, como no tenía que firmar nada, cogió una hoja en blanco y firmó para que saliese en la foto como si ese "magno" acuerdo hubiese sido rubricado por él.
Vamos que Torrente se queda corto al lado de tamañas ocurrencias. Me voy a dormir antes de empezar a tener pesadillas soñando con Agripina regalándome "El asno de oro" de Apuleyo y Montesinos, obviamente, firmándomelo.
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