estepona

Thursday, November 16, 2006

El invento de Gil

Información aparecida en La Gaceta de los Negocios el jueves 16 de noviembre

El invento de Gil

Viaje a las profundidades de la ciudad que saqueó Jesús Gil durante 15 años, convertida en arquetipo de la misma corrupción municipal que hoy devora España José María Olmo. Enviado especial a Marbella. La unidad de medida oficiosa en la Costa del Sol es el metro cuadrado urbanizable y, el único principio, que el ladrillo tiende a infinito cuando se expande. Los campos de golf se arrugan en las laderas que protegen la autovía A-7. De Málaga a Estepona, las vallas publicitarias dejan claro, enseguida, dónde está el negocio. Un tal McCarthy, con cara de vendedor de coches cansado, te recuerda cada pocos metros que estás en su “territorio” y que le llames para comprarle una casa. Empresas imputadas en la Operación Malaya figuran como si nada en los carteles publicitarios que hay junto a la carretera.Marbella es ahora una ciudad de resaca. La parte antigua, la zona donde reside la mayor parte de la población autóctona, similar a otras muchas localidades de la costa andaluza, vive al margen de los escándalos de corrupción, como si no hubiera ocurrido nada extraño.Las últimas detenciones han generado de nuevo expectación, pero los lugareños creen que la calma regresará en tan sólo unos días. La corrupción es tan cotidiana en Marbella como la factura del agua. Los talleres de reparación de automóviles y las tintorerías continúan recibiendo a la misma gente de siempre.Pero, al otro lado, en la zona de los edificios de mármol y las grandes avenidas de tiendas caras, la ciudad parece mustia, huérfana del glamour que tenía en otra época. El pulso de la ciudad ha descendido en unos meses tanto como el erario del Ayuntamiento en los últimos quince años.Nadie entra ni sale del Club Financiero, el consistorio tipo chalé independiente que Jesús Gil se inventó para firmar convenios y convocar ruedas de prensa. El mismo Club Financiero en el que Gil retozaba con las mamachicho dentro de un jacuzzi, para salir en un programa que emitía Telecinco. Las vallas del Club Financiero están cerradas y, desde la calle, no se oye en las instalaciones el más mínimo ruido.Centro de operaciones A 10 metros del Club Financiero, en la acera de enfrente, Juan Antonio Roca montó su oficina municipal de extorsiones. Roca acumuló a base de impuestos revolucionarios 2.400 millones de euros, la cuarta fortuna de España. La Junta de Andalucía ocupa ahora el edificio, aunque el cartel de la delegación de Urbanismo del consistorio marbellí continúa colgado junto a la puerta de acceso. El sistema inventado por Gil fue infalible durante 12 años. Luego, en 2003, sus alumnos aventajados tomaron los mandos del casino y la banca saltó por los aires. Los constructores se defienden de las acusaciones de complicidad con este entramado delictivo, diciendo que, durante años, pagar el impuesto era la única forma de construir en Marbella. Había que pagar y pagaron.Sin duda, uno de los méritos de Gil fue meter en la rueda de la corrupción a cientos de empresas de prestigio, y que ahora ocupan una nave industrial aquí, han levantado hoteles allá, facturan millones en sus grandes almacenes o han sembrado de viviendas los montes con mejores vistas. Autoridades y famosos jugaron al monopoly con Gil, que siempre supo rodear el mangoneo de un halo de sofisticación que sólo él fabricaba. Hace unas semanas, la gestora que gobierna el municipio hasta las próximas elecciones reconoció que el ex presidente del Gobierno José María Aznar tenía una vivienda ilegal en una urbanización de lujo. Son muchas más las personalidades que, a pesar de los escándalos, apostaron por fijar en Marbella su residencia de verano, legitimando así un modelo que ya olía mal desde el primer minuto.De hecho, Gil avisó de sus intenciones antes de ganar sus primeras elecciones en 1991. El ex presidente del Atlético de Madrid declaró entonces que quería convertirse en alcalde para poder vender las viviendas que estaba construyendo en Marbella. Con ese mensaje sobre la mesa, Gil consiguió 19 de los 25 concejales del Ayuntamiento.Un nuevo populismo Fueron muchos los que se beneficiaron del gilismo. Los grandes estadistas de los negocios también pasaron por la gestora de Urbanismo. Contar con el respaldo de Roca suponía convertir las inversiones en fondos garantizados millonarios. Los riesgos han venido luego, mucho después, y, en cualquier caso, tampoco han sido tan importantes. Hoy, hasta constructoras que cotizan en bolsa tienen viviendas paralizadas por la Justicia. Por ejemplo, Apex 2000, de Iberdrola Inmobiliaria, tiene parados 877 inmuebles y Fadesa, 120. Arenal 2000, de la empresa Ávila Rojas, cuyo propietario está imputado en la Operación Malaya, tiene la friolera de 1.825 viviendas a la espera de una decisión judicial. Hasta el momemento, la gestora marbellí ha congelado la construcción y venta de 7.681 inmuebles, implusados por 31 promotoras diferentes.Los otros engañados durante el gilismo fueron los ciudadanos, los marbellíes censados, los que votaban al Grupo Independiente Liberal (GIL) y salían con pancartas a las calles para pedir la excarcelación del gordo. La ética es débil y raras veces trae consecuencias. Quince años después de que comenzara el expolio, la mayor parte de la población aún recuerda con cariño al alcalde que limpió de mendigos, ladrones y prostitutas las calles, regaba los jardines con camiones cisterna de madrugada y convertía las rotondas en bacanales escultóricas de barcos hundidos en la tierra y pirulís traídos de no se sabe dónde.Con Gil en el Ayuntamiento, el servicio municipal de limpieza pasaba la fregona por el mármol del paseo marítimo, las fiestas del barrio tenían presupuestos colosales y nunca faltaba dinero para comprarle un manto nuevo al santo de la parroquia más cercana. Los primeros saqueos En una Comunidad Autónoma con una tasa de paro del 26% en 1991 (en 1993 fue aún mayor), y uno de los salarios medios más bajos de España, la construcción generaba empleo, transitaban las calles turistas adinerados y se inauguraban boutiques de haute couture por las noches. La economía de las familias censadas en Marbella, los habitantes que de verdad importaban para acceder de nuevo a la alcaldía, marchaba bien, y eso era más que suficiente a la hora de votar al GIL en las municipales.En esos primeros años, tras la fachada de los edificios oficiales, Gil y sus colaboradores comenzaron a trazar las líneas maestras de su política municipal, un nuevo populismo de ámbito local que no tardó en traer réditos.Entre 1991 y 1995, durante su primera legislatura, Gil se apropió de 27 millones de euros con facturas falsas cargadas en las cuentas del Ayuntamiento. Cuatro sociedades fantasma cobraron a los marbellíes servicios que jamás se habían realizado. Por supuesto, los ingresos de estas empresas fueron a parar al bolsillo del Gil y de sus colaboradores.Pero, de cara al público, no había nada por lo que preocuparse. En las municipales de 1995, el GIL aplastó de nuevo a sus rivales, consiguiendo otra vez 19 de las 25 concejalías. El PSOE de Isabel García Marcos ocupó el liderazgo de la oposición con sólo cuatro escaños. El gran festín