estepona

Wednesday, September 23, 2009

Instintos primarios


el puchero

Instintos primarios

Málaga Hoy.Teresa Santos
QUIENES tenemos hijos sabemos mucho de los conflictos de convivencia que se van gestando entre ellos hasta que poco a poco cada uno va encontrando su lugar, haciéndose un hueco cómodo desde el que crecer y madurar.

Hasta que esta evolución se produce se pasan la vida echando un pulso y fiscalizándose para después acusarse por casi cualquier cosa. Todo son celos, desplantes y disputas.

El espectáculo es dantesco. Intervenir para sosegar es a veces casi imposible. La razón y los instintos viajan por carreteras distintas.

Y cuando los padres finalmente decidimos intervenir, lo más que conseguimos es que el combate se aplace esperando el siguiente asalto.

Aún no han aprendido a ponerse en el lugar del otro. Aún no saben que cada uno de sus actos influye en todo su entorno y que, por tanto, puede acabar contaminando el aire que ellos mismos respiran.

Aún no saben que el otro no es su enemigo, y muertos de miedo se angustian y se defienden de molinos que confunden con gigantes. Así una y mil veces hasta que con un poco de suerte un buen día se les sube la autoestima y milagrosamente empiezan a caminar sin empujar. Han comprendido que nadie puede robarles su espacio porque son únicos, una cualidad desde la que son capaces de integrarse y hacer equipo sin reservas.

No es un proceso breve. Durante mucho tiempo son seres primarios, puro sentimiento, por mucho que parezca que razonan.

Cuando desde nuestro pedestal de adultos hacemos semejante análisis, nos sale incluso un cuento con moraleja. La evolución hace posible la convivencia y saca a pasear lo mejor de nosotros mismos.

¿Qué evolución?

¿No tienen a veces la sensación de estar en una jungla en la que todo vale con tal de abrirse paso? Es algo que forma parte de nuestro tejido social.

No sé si todos los que han urdido la maniobra del viernes en el Ayuntamiento de Estepona tienen hijos. Si los tienen, más vale que no sigan su ejemplo. Hechos tan maquiavélicos como estos están plagados de inseguridades y ruindades. Quienes así actúan, continúan en plena adolescencia, haciéndose sitio a empujones. No son los únicos, la historia reciente nos brinda demasiados ejemplos.

Parte de nuestra clase política no parece dispuesta a crecer y en su ataque rabioso todo lo contamina.

Que un partido con numerosísimos seguidores, como es el Partido Popular, tenga que aliarse con ex gilistas y ex socialistas para ir contra el alcalde que denunció el caso Astapa, da idea de hasta donde llega su afán de poder.

Entre seres civilizados, la disputa debería ser ideológica, pero parece que no acabamos de salir de la guardería.