En capilla
Artículo de opinión de Ramón Triviño publicado en Málaga Hoy el lunes 14 de julio de 2008
En capilla
LOS socialistas de Málaga están en capilla. Dice la Wikipedia que estar en capilla es algo así como estar esperando el desenlace afortunado de una pretensión. Esta definición es quizá la mejor fotografía de lo que pasa ahora mismo en el PSOE malagueño, donde la incertidumbre es otro de los ingredientes que adornan la espera para conocer el desenlace del congreso provincial del próximo sábado, y de todo un largo proceso de descomposición de la actual dirección, que se inició con la escandalera levantada al conocerse los sueldos de algunos dirigentes y que se aceleró con los resultados electorales de todos conocidos.
Desde que se dio el pistoletazo de salida del proceso precongresual, con un escenario plagado de tensiones, denuncias y cruces de acusaciones, hasta hace poco más de 24 horas, la tensión se había ido diluyendo como un azucarillo. Las razones del bajón parecen estar en que en el congreso extraordinario de junio bajó los humos al sector oficialista al constatar que los críticos existían y que no cabían en un taxi. Luego estuvo la vergüenza de ser descubiertos copiando. Ha dado la impresión de que no tienen cabeza, ni imaginación, para emborronar cuatro folios con ideas y principios. Pero lo peor fue lo de Estepona. La actuación de la ejecutiva provincial, ya sea por acción u omisión, dejó en paños menores a más de uno, incluido el mismísimo Manuel Chaves. Todo un culebrón que ha valorado muy acertadamente el ex alcalde Miguel Castro, que explica la aparición de los lodos actuales en el inicio de las purgas que pilotó Juan Fraile.
Pero entonces llegó el congreso regional y de entre la capa de aceite que había recubierto el gran charco surgió de nuevo la bronca, con voces y gritos incluidos, según cuentan los que circulaban por los aledaños de la sala en la que el reelegido secretario general del PSOE-A trataba de cerrar su equipo pese al guirigay de la delegación de Málaga, tan problemática como siempre, según rezan las crónicas de la prensa dominical.
Los oficialistas pusieron todo su empeño en colocar a Marisa Bustinduy en la nueva ejecutiva e impedir, a cualquier precio, la presencia de algún elemento de Alternativa Socialista en la supuesta renovación abanderada por Chaves. No consiguieron ninguno de estos dos objetivos, aunque sí le dieron un bofetón a Luciano Alonso, elevando a los altares a Ana Gómez, y encontraron consuelo para la cesante secretaria general en la capital de España, quien también podría llegar a ser expuesta como nueva presidenta del PSOE de Málaga, para que nadie consiga olvidarla.
En capilla
LOS socialistas de Málaga están en capilla. Dice la Wikipedia que estar en capilla es algo así como estar esperando el desenlace afortunado de una pretensión. Esta definición es quizá la mejor fotografía de lo que pasa ahora mismo en el PSOE malagueño, donde la incertidumbre es otro de los ingredientes que adornan la espera para conocer el desenlace del congreso provincial del próximo sábado, y de todo un largo proceso de descomposición de la actual dirección, que se inició con la escandalera levantada al conocerse los sueldos de algunos dirigentes y que se aceleró con los resultados electorales de todos conocidos.
Desde que se dio el pistoletazo de salida del proceso precongresual, con un escenario plagado de tensiones, denuncias y cruces de acusaciones, hasta hace poco más de 24 horas, la tensión se había ido diluyendo como un azucarillo. Las razones del bajón parecen estar en que en el congreso extraordinario de junio bajó los humos al sector oficialista al constatar que los críticos existían y que no cabían en un taxi. Luego estuvo la vergüenza de ser descubiertos copiando. Ha dado la impresión de que no tienen cabeza, ni imaginación, para emborronar cuatro folios con ideas y principios. Pero lo peor fue lo de Estepona. La actuación de la ejecutiva provincial, ya sea por acción u omisión, dejó en paños menores a más de uno, incluido el mismísimo Manuel Chaves. Todo un culebrón que ha valorado muy acertadamente el ex alcalde Miguel Castro, que explica la aparición de los lodos actuales en el inicio de las purgas que pilotó Juan Fraile.
Pero entonces llegó el congreso regional y de entre la capa de aceite que había recubierto el gran charco surgió de nuevo la bronca, con voces y gritos incluidos, según cuentan los que circulaban por los aledaños de la sala en la que el reelegido secretario general del PSOE-A trataba de cerrar su equipo pese al guirigay de la delegación de Málaga, tan problemática como siempre, según rezan las crónicas de la prensa dominical.
Los oficialistas pusieron todo su empeño en colocar a Marisa Bustinduy en la nueva ejecutiva e impedir, a cualquier precio, la presencia de algún elemento de Alternativa Socialista en la supuesta renovación abanderada por Chaves. No consiguieron ninguno de estos dos objetivos, aunque sí le dieron un bofetón a Luciano Alonso, elevando a los altares a Ana Gómez, y encontraron consuelo para la cesante secretaria general en la capital de España, quien también podría llegar a ser expuesta como nueva presidenta del PSOE de Málaga, para que nadie consiga olvidarla.
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