La corrupcion del politico
La corrupcion del politico
Diario Córdoba. Artículo de opinión de JOSE JAVIER Rodríguez. Catedrático emérito de la Universidad de Córdoba
Los escándalos de corrupción que están aflorando en España muestran la debilidad moral de algunos políticos que no ponen freno a su avaricia. Esta era de corrupción, casi cercana a los veinte años, desde la era de los Juegos Olímpicos y la Exposición Universal de 1992, hasta hoy, se parece mucho a la que cuentan las crónicas respecto de los Dolabela, en cuyos apellidos y gentilicios llevaban el dolo como insignia. Los Dolabela fueron políticos corruptos y ladrones desde el año 77 antes de Cristo hasta el año 44 de ese siglo. El primero de los Dolabela (77 a.c.) fue gobernador de Macedonia en época del imperio romano y robó a mansalva; el segundo, también llamado Cornelio (80-79 a.c.), gobernando Cilicia, extorsionó y se enriqueció; el tercero, sin dejar de ser Cornelio, siendo cónsul en varias ciudades de Grecia y Asia menor en el 44 a.c., robó a manos llenas aprovechando ser el yerno de Cicerón. Parece como si los Dolabela de ahora hubieran heredado el ADN de aquellos tramposos y pícaros.
Antes robaban del peculio de los ciudadanos y ahora nos roban del Tesoro Público que alimentamos con nuestros impuestos. En tiempos de los gobernadores de Cilicia, de nombres Pansa y Nanta, un ciudadano esquilmado tuvo que vender en pública subasta lo poco que no le habían robado para financiar su viaje a Roma y su reclamación ante el Senado. Así que no debe extrañarnos que ese virus de la avaricia y latrocinio continúe vigente no solo cerca de Chipre sino en las mismísimas Baleares. Quirino se llamaba aquel pobre griego que no le dejaron ni una chiripa.
Marbella y Estepona me recuerdan a la Costa de Asia Menor, cercana a Chipre, de donde cuenta la historia que no había gobernador que no se forrara, sobre todo en la época de Nerón (58-64 d.c.). Desde Cosutiano Capetón hasta los tiempos de Cayo Mario Prisco, en el período de Trajano, los gobernadores y cónsules robaban sin descanso desde Asia Menor a Libia. Este último robó lo bastante como para darse la gran vida en su exilio sin tener que hacerse agente ni broker de seguros. Aquí llevamos solo 30 años permitiendo el robo y en Roma lo alimentaron durante casi un siglo.
Aprendían unos de otros en la Escuela de los Dolabela. Tenían procedimientos exquisitos, aunque no tan refinados como los instaurados en nuestra partitocracia. Excelente alumno fue Gayo Verres, legatus del segundo Dolabela, al que acompañó en sus latrocinios por diversas ciudades de Oriente, según consta en el proceso abierto, contado por Cicerón en sus Verrinas . Este Verres parece que se hubiera reencarnado en Marbella pues no solo robó sino que saqueó el oro de los Templos. Tanto saqueó que fue procesado como Protector de Sicilia en el año 73-70 antes de Cristo.
Se decía entonces que la Hispania fiera se resistía a magistrados y cónsules y pretores ladrones pues se negaban a saciar a una Roma entregada a la holganza. Es una pena que no hayamos aprendido de nuestros antepasados de hace más de dos milenios. Quizás sea que algunos políticos nos tienen comprados con subsidios y espectáculos. La venta de votos se practicó frecuentemente en la república de Roma como también pan y circo para acallar manifestaciones. ¡Qué parecido a lo que ahora nos sucede!
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